viernes, 21 de marzo de 2008

El Vaticano: Plaza de San Pedro, Basílica, museos vaticanos y la Capilla Sixtina (¡Uff!..)

El Vaticano y la Piaza di San Pietro...

Tomando el Metro uno llega a unos pasos de la Città del Vaticano, unas tres cuadras de país que, por su poder, debería estar entre las 4 potencias mundiales (la página web igual la lleva, sobretodo para ver los museos vaticanos).

Lo primero que se hace, habitualmente, es ir a la Piazza di San Pietro para comenzar a hacer la cola hacia la Basílica. En este lugar uno ya comienza a sentir el llamado divino y sin mediar razón dan unas ganas de cantar canciones de alabanzas tipo: "alabaré", "pescador de hombres" o "Señor ¿Quién entrará?"...La Piazza es una elipse rodeada por dos pasillos (o brazos de acogida) que llevan unas 284 columnas en tres hileras. Sobre los techos de estos pasillos hay unos 150 Santos, dentro de los cuales no pudimos identificar a Sor Teresa de los Andes, San Alberto Hurtado ni a San Mamo ni San Augusto. Al centro se encuentra un obelisco Egipcio de unos 25 mts. y un par de fuentes, que en la noche molan mogollón.

Siguiendo con el tour, al poco andar los fieles suelen escuchar el llamado de dios. Si se tiene suerte y el clima lo permite, es posible ver a la Guardia Suiza con su típico uniforme diseñado por un tal Miguel Ángel, inspirándose alegría de defender al sumo pontífice. Estos mercenarios cuidan del Papa desde el siglo XVI y son soldados que manejan armas modernas y antiguas, tienen que ser solteros de entre 19 y 30 años, deben medir al menos 174 cm y haber cumplido la instrucción militar en el ejército suizo.

En esta Piazza es donde el Papa hace las celebraciones multitudinarias y donde cada semana se dirige a quienes le visitan, siempre y cuando esté por estos lado.
El sólo estar en este lugar sagrado en donde se respira el espíritu cristiano hace que la conversión no sea un milagro... el verbo penetra y la divina palabra cambia tu corazón.

Tanto así que uno puede pasar todo el día y la noche contemplando esta divina creación diseñada por el hombre.Pero no debíamos quedarnos paralizados ante la mirada de dios, debíamos ingresar a su morada, su casa matriz o gerencia general. La Basílica de Pedro...

Se supone que aquí fue donde Pedro, participando del circo de Nerón, sufrió su martirio, quizás merecido por haber negado a su amigo Jesús tres veces antes que cantara un gallo. Aquí fue crucificado, con la cabeza al suelo, ya que habría pedido no morir como lo había hecho su maestro (igual que Juan el Bautista). Pedro fue uno de los primeros líderes de la iglesia cristiana, aunque también Pablo y Santiago hicieron lo suyo, divulgando la buena nueva por el mundo.

El Pedro, que ahora es Santo, tiene una estatua cerca del crucero de la Basílica. Tan visitada es, que tiene su pie gastado de tanto manoseo (al igual que el yagán de Punta Arenas). Quien le toca la pata asegura vuelta... en vida, muerto, juzgado o resucitado...

Fue el emperador Constantino en el año 324 quien sitúo el lugar de construcción de la Basílica en honor a Peter. Pero el edificio actual se comenzó a construir en el año 1506, con un diseño arquitectónico de talentos como Bramante, Rafael y Miguel Ángel. Este Miguel fue el culpable de su cúpula.

Por fuera la Basílica no llama tanto la atención como cuando uno entra y palpa sus pontificias dimensi0nes. La cuestión es gigante y por lo mismo, todo lo que hay dentro tiene tamaños impresionantes: los cuadros, las estatuas, las lámparas, todo es enorme... y uno se siente como una hormiga visitando la capilla de Gulliver.

Dentro de la Basílica, una de las principales atracciones es la Piedad o Pietà, obra de Miguel Ángel del año 1499, cuando él sólo tenía 24 años... pa quedarse mirándola un buen rato...

Nuevamente, esta vez la luz, nos iluminaba en nuestro camino a la conversión.

Para qué profundizar en su altar y sus techos. Lo bueno es que a pesar del frío, hacía un día despejado que nos pemitió aprovechar la luz que, desesperada, buscaba la santidad intentando entrar a este lugar sagrado.De pronto, milagro o no, un rayo de luz divino hizo su llamada y elección... por algo se llama Mariana: María (la elegida, la amada de dios) + Ana (de la que dios se ha compadecido), eso en hebreo, porque en latín es amarga la cosa. Con esto nos quedamos tranquilos: sus blasfemos pecados habían sido perdonados, así como su gamberro pasado de maleante asaltante de trenes y prófuga en quads. Tanta era la alegría de haber sido tocada por la luz divina y nosotros estábamos tan felices con el perdón de dios, que emprendimos la subida a la cúpula: unos 523 escalones, de los cuales, los que paguen, pueden ahorrase unos 200 en ascensor (obvio que la conservadora de bienes raíces pagó... la devoción no llegaba a tanto).

Rodeando el anillo de base de la cúpula se encuentran unos mosaicos y unas letras que desde abajo se ven pequeñitas, pero en realidad, las letras tienen unos 2 metros de altura y los mosaicos casi 3. Y hacia arriba el techo, a 132 mts. del suelo. Luego de la subida de escalones, llegamos a lo más alto, desde donde hay una vista impresionante de Roma entera y de la Piaza de San Pietro. El esfuerzo vale la pena y obviamente hay que dar codazos para sacar la típica foto.Y ahí estábamos nosotros, iluminados por la luz divina, jadeando por el llamado de dios, sintiendo cómo el calor del señor nos envolvía, con el corazón en la boca de tanta emoción... ¿o habrá sido que estábamos raja de tanto peldaño?. En fin, habíamos logrado la meta, nunca más en la vida estaríamos más cerca de dios... así que teníamos que registrar el momento.

Los Museos Vaticanos...
Después de esta experiencia religiosa como diría Enrique Iglesias, nos recuperamos con unas pizzas y unos calzone, ya estábamos listos para la útima etapa de la peregrinación del día: Los Museos Vaticanos.
Aquí se encuentra el Museo Pío-Clementino, el apartamento de Pío V, la Galería de los Candelabros, el Museo Etnológico Misionero, la Galería de Mapas Cartográficos, el Pabellón de las Carrozas, la Galería de Tapices, el Museo Pío Cristiano, la Pinacoteca, la Sala Sobieski y de la Inmaculada, el Museo Egipcio, el Museo Etrusco, el Museo Chiaramonti, el Museo Gregoriano Profano, el apartamento Borgia, las estancias de Rafael, y la Capilla Sixtina, entre otros. Como era de esperar, tanta religiosidad nos alegró el alma y nos regocijamos pensando en que pasaríamos tooodo el resto del día encerrados entre santos, obispos, curas y papas. No sabíamos por dónde empezar: Mariana insistía en que el Museo Etnológico Misionero debía ser el primero, Felipe peleaba por que corriéramos hacia el Museo de Pío Cristiano y Claudia rogaba para que nos acercáramos a la sala de la Inmaculada.
No quisimos traer la guerra a este lugar santo, así que como muestra de un sacrificio incalculable decidimos olvidar nuestros anhelos y dar una visita corta a este lugar, como penitencia por los pecados cometidos en el pasado: la cosa era ir a la Capilla Sixtina. Así, mientras recorríamos los pasillos sin permitirnos mirar nada con detención (como símbolo de penitencia claramente) alcanzamos a sacar algunas fotos... Lo más impresionante fueron los techos y muros, todos con frescos que parecen en 3D. También los tapices nos hicieron flipar.

La Capilla Sixtina...
Construida entre 1871 y 1884, durante el mandato de Sixto IV (por eso el nombre). Cuenta la historia que por esa época, algunos artistas sugirieron al papa que encomendara los frescos del techo y los muros a Miguel Ángel, esperando que el artista fracasara porque esa no era su especialidad. La idea era dejarlo con una fama como la Bam-Bam después del transantiago.
Lo que no sabían sus enemigos, era que el famoso Miguel Ángel era más meticuloso que nadie así que se pasó 4 años (de 1508 a 1512) con el cuello torcido y en cuclillas tratando de representar escenas de la Creación y el Juicio final.
Y la verdad es que la cuestión le quedó bastante bien. Sólo surgió el problema de los desnudos en el Juicio Final, que escandalizaron a la iglesia así que mandaron a un pintor de poca monta a retocar las figuras con taparrabos. Gracias a dios, entre 1980 y 1994, los japoneses se pusieron con lucas para restaurar la capilla completa, donde aprovecharon de sacarle los taparrabos a las figuras que se pudiese... lamentablemente, algunas aún son víctimas de la represión católica.
Ojo que algunos pequeños recuadros de la monumental obra no pudieron restaurarse por lo que están tan negros como antes. Eso nos hizo pensar que antes de la restauración era muy difícil admirar las obras en las que se inspiran los Cardenales cuando eligen al Papa.

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