Al Este de Galicia entramos en el "Principáu d'Asturies", una antigua región, tierra de ninfas, gnomos y almas en penas.
En 1230, el Reino Astur pasó a formar parte del Reino Castellano-Leonés, por lo que en compensación, en 1388 se creó el título de Príncipe de Asturias para el heredero de Castilla. En la actualidad ese título es para el heredero de la Corona Española, o sea, el Príncipe Felipe, pero en uno años más, si las leyes lo permiten, debería ser la Princesa Leonor de Asturias.
Entrando en estas tierras nos recomendaron pasar por el pueblo de Cudillero y comer unos mariscos, y como en ocasiones anteriores, nuestros guías no se equivocaron.
El pueblo es realmente bonito, emplazado como una gran anfiteatro colgando de los cerros, con el escenario hacia el mar. Sus habitantes están bien conscientes del atractivo del lugar, por lo que tienen todas las casas pintaditas perfectas y unas espectaculares terrazas reciben a los visitantes para invitarlos a disfrutar de los famosos mariscos de la zona. Para apreciar las vistas hay que subir a lo alto pasando por las terrazas y hasta los patios de los "pixuetos" (gentilicio del que vive en Cudillero)
Eso si, los mariscos no son muy baratos y menos en las fechas en que nosotros visitamos el pueblo, que es justo cuando más turistas tiene.... Así, nos quedamos con las ganas de degustar algo de la zona, pero no por mucho rato, ya que llegando a Oviedo disfrutaríamos de lo más típico de Asturias.
A pesar de que esta es una comunidad autónoma uniprovincial, los asturianos se enorgullecen profundamente de sus emblemas: Fernando Alonso, Letizia (la princesa de Asturias), sus montañas, los bolos asturianos, las gaitas y, principalmente, su Sidra.
Y es que la Sidra (chicha de manzanas para nosotros) es toda una tradición. Debe ser servida desde lo alto de la cabeza para "que se abra" al golpear con el vaso y así no provoque molestias estomacales a los bebedores. Obviamente, todo buen asturiano tiene un master en servirla, y aunque algunos turistas temerosos sólo dejan que les sirvan los mozos evitándose así todo el chorreo, nosotros no quisimos ser menos.Esta particular forma de servir la sidra lleva a que gran parte de ella termine en las manos y en el suelo de los bares, por lo que estos disponen de canaletas, azerrin y hasta barriles especialmente diseñados para servir la sidra en su interior.
Otra particularidad del beber sidra es que debe tomarse todo su contenido recién servido y "al seco" botando al suelo lo que quede en el vaso. Con todo esto, el arte de beber la sidra es una actividad compleja, chorreante y que deja impregnado un suave olor a chicha en los bares y calles de la ciudad
Pero bueno, no sólo bebimos sidra en Oviedo. Luego de un par de botellas (recordar que la mayor parte termina en el suelo) nos paseamos por el centro histórico, conocimos su Catedral, la Universidad y visitamos algunas de las esculturas que adornan las calles, las cuales incluyen desde estatuas de transeúntes paseando, hasta representaciones de Woody Allen.
Por la mañana nos adentramos en los Picos de Europa: un parque nacional que comparten 3 comunidades autónomas (Asturias, Cantabria y Castilla y León).
Nuestra primera parada en Picos de Europa fue Covadonga: un santuario en las alturas de la cara norte de los Picos, que le lleva iglesia emplazada entre las cumbres. Se supone que aquí fue la Batalla de Covadonga en el año 722, donde Don Pelayo venció a los Moros y comenzó la reconquista española. El fanatismo religioso de los visitantes hace difícil una visita corta, porque hay que hacer cola para entrar en la cueva, ver a "La Santina" y conocer la Basílica..... pero igual nosotros recomendamos una vuelta. Luego bajamos hasta nuestro hotel rural en Ribadesella: un pueblo donde desemboca el río sella.
En este lugar, coincidimos con el Campeonato de Bolos Asturianos, una modalidad del clásico juego de boliche de Pedro Picapiedras, pero bastante inentendible. Usan una bola más chica, sin hoyos para meter los dedos, la tiran por el cielo y no por el suelo, y esperan lograr derribar varios palitroques ubicados separados unos de otros.....¿?. A veces dicen que lo hacen en la modalidad "Palma" o "Dedo" y en otras ocasiones agregan un palitroque chiquitito y azul.... No logramos comprender mucho, pero fue bastante folclórico verlo.
La gracia de nuestro hotel rural es quedaba en las afueras del pueblo, específicamente en la zona del faro, por lo que los caminos sólo tenían un sentido y un ancho no mayor a medio auto. Por ello, nuestra bajada al pueblo fue "andando" y la subida igual, aunque con una sidra en la mochila.Otra cosa curiosa de los Asturianos es que usan unos zapatos que inimaginablemente sirven para caminar: Las Madreñas. Estas siguen utilizándose hasta ahora en invierno, para no embarrarse los pies y tener los calcetines secos. Es un zapato de madera con cuatro toperoles gigantes en la planta y que no parecen caracterizarce por la comodidad. Una de los mayores atractivos de Ribadesella es el "Descenso Internacional del Sella", que se celebra todos los años el primer fin de semana de Agosto y en el que participan piragüistas de todo el mundo. Y es que el río es perfecto para practicar el canotaje: aguas limpias, corrientes no muy peligrosas y un paisaje precioso. Por eso, no lo podíamos perder...
Nos armamos de energías, buscamos nuestras tenidas más deportivas, agarramos nuestras canoas y, junto a una multitud de otros turistas, partimos.
Obviamente logramos adelantar al grupo, aprendimos el lenguaje de las corrientes y agarramos ritmo en el remo. En el camino, hubo algunos que trataron de perjudicarnos, impidiéndonos el paso para no ser humillados por estos intrépidos principiantes. Después de demostrar nuestro potencial, qué mejor que disfrutar de un picnic en estos paisajes tipo Heidi. Luego del descenso, dejamos Ribadesella para seguir adentrándonos en los Picos de Europa. Nos despedimos de Asturias para entrar en Cantabria.
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