domingo, 2 de septiembre de 2007

Galicia: la España Buena

Un 20 de Agosto salimos de Castilla y León hacia el Norte para adentrarnos en las tierras gallegas , allí nos esperaba el mar, los bosques, los mariscos y quizás qué otra cosa...

Iniciamos nuestro recorrido en Vigo:"...a cidade mais grande de Galicia...". Ojo que lo anterior no es portugués sino gallego: una particular mezcla de español cantadito (sureño para nosotros, norteño para los españoles) y portugués, junto a unas suaves notas napolitanas y otras producto de los marineros que nutren su día a día desde hace siglos (obviamente fue poblada por celtas y romanos hace "...moitos anos...").

Llegando a Vigo, nuestro amigo recepcionista nos dijo que fuéramos a Baiona, donde el 10 de Marzo de 1493 atracó Martín Alonso Pinzón, anunciando que habían llegado a las indias (Colón llegaría unos días más tarde a Lisboa, desubicado y perdido como fue su afortunada costumbre).
En Baiona hay una réplica exacta de La Pinta, una Carabela muy "marinera" que sin mucho interés de su dueño participó en el primero y otros viajes a "las indias". No imaginamos cómo lo hicieron 20 hombres para vivir allí durante 2 meses y 10 días en unos 21,4 x 6,4 mts. flotando y veleando en el Charco del Atlántico.

En Baiona también está el Castillo de Monterreal que tiene unas agradables vistas de la playa, la ciudad y el muelle... sólo eso.Después de tanto paseo volvimos a Vigo, ciudad puerto donde juega el Celta, recientemente descendido a segunda junto a su defensa Pablo Contreras. La ciudad se emplaza en la ría de Vigo que pertenece a las rías bajas: una ría es una lengua de mar que se adentra en la tierra en la desembocadura de un río, conformando una fisonomía muy parecida a la que hay en Chiloé "...moi parecidas ao sur chileno...".

Vale la pena destacar que alojamos en el Hostal Puerto de Vigo, absolutamente recomendable con una extrema amabilidad de su encargado y un precio demasiado accesible.

La amabilidad fue una de las primeras cosas que nos impresionó de los gallegos, tan distinta a la sequedad castellana. Nuestro hotelero nos recomendó todos los paseos y los lugares donde comer. Ahí fue donde degustamos unos mejillones, berberechos y ostras. Aunque lo recomendable para nuestro paladar chileno fueron los "cshoritos", o sea lo mejillones, el resto es "moito mellor" en el Suizo de Guanaqueros. Y ojo que les encanta poner el guén costillar completillo en las vitrinas (como si se viera apetitoso), siguiendo tradiciones arcaicas que para nosotros pueden ser muy primitivas.
Al día siguiente nuestros asesores turísticos (Patri y el hostelero) nos recomendaron partir a las Islas Cíes.
Las Islas Cíes son 3 islas que forman el Parque Nacional Islas Atlánticas de Galicia, dos de ellas están unidas por un arenal. Allí es donde desembarcamos de nuestro catamarán. Parecen unas islas caribeñas, con playa nudista y todo, pero el agua es "..¡tirriblee d' helaá!...", por lo que la onda es tomar sol en topless: así nos encontramos con lindos paisaje y otros del tipo ¡¡tápate porfavoor!!

La isla tiene sus rutas de senderismo, deporte al cual estamos bastante aficionados, por lo que no nos costó nada realizar la ruta más exigente hasta lo alto del faro, para luego descender y hacer unas escalopitas en playas atlánticas.

Una gracia muy rica habría sido tomar nuestro velero y arrimarnos a la costa de las islas para darnos un chapuzón (envueltos en traje de neoprene, of course).

Volviendo a Vigo, hacia el Norte no está muy lejos Santiago de Compostela, lugar de peregrinación cristiana ya que el Apóstol Santiago "le" tenía ganas de predicar en la finis terrae (la punta norweste de la península ibérica). A tanto llega el fanatismo que, por ejemplo, hay un tour a la "piedra" donde amarró su barca el afamado seguidor de Jesús. Por ello, Santiago es la TERCERA ciudad de peregrinación del mundo luego de Roma y Jerusalén... ¿Será por Santiago que Santiago se llama Santiago?..

Obviamente nuestra primera visita fue a la Universidad de Santiago de Compostela, en donde hizo clases el afamado Alonso de Fonseca.Los Gallegos y la distribución de la ciudad antigua hacen de Santiago una urbe laberíntica, con arcos que techan las calles y pasadizos que llevan a tabernas y tugurios que invitan a beber y comer (eso sí, mucho más coherente que Sevilla). Obviamente probamos el Pulpo a la Gallega (cocido al vapor y sin más aliño que un leve pimiento picor), el Vino Ribeiro (una rica mezcla entre Sauvignon Blanc y Chardonnay), la empanada de pulpo (fría y con una gruesa masa que la asemeja a un kitsch) y el riquísimo Jerez para bajar tanta gula (recomendamos "La casa del Pulpo" y "Entre Rúas"). De allí caminamos casi 2 horas por la ciudad vieja buscando un bar donde tomarnos una chela barata, encontrando el bar "O tuto de Mora", donde por 2 euros te tomas un tubo de cerveza y un tarro de pipas.

Otra de las gracias de Santiago es su Catedral y el barrio que le rodea: la Plaza del Obradoiro. La catedral fue edificada sobre la supuesta tumba del Apóstol, quien, aunque fue decapitado en Palestina por Herodes, habría sido sepultado en este lugar ya que sus discípulos habrían trasladado su cuerpo (esperemos que con cabeza).Es por toda esta estrecha relación de Santiago con el Apóstol Santiago que miles y hasta millones de peregrinos realizan el Camino de Santiago que cruza desde Francia hasta esta ciudad.

Para ser un buen peregrino se debe deambular con mochila, tenida de gringo senderista y su bastón con concha de Vieira incluida, o sea, caparazón de Ostión.

Esto último es bastante curioso porque a pesar de la cantidad y el tamaño de las conchas de este marisco que se venden para los peregrinos, el precio de tan bendito molusco es de locos (al estilo de las conchalepas-conchalepas): un precio que se alza sobre los 4 euros por mísero especimen... ¡¡más de tres lucas por un único ostión ensalsado!!La historia dice que el señor Pimentel durante un combate contra los árabes se vio obligado a cruzar a nado un brazo del mar y cuando emergió de él, su cuerpo estaba cubierto de vieiras (ostiones), convirtiéndose las carcazas en el emblema de la peregrinación y símbolo de todo caminante.

Para concluir nuestro deambular católico nos metimos en la Catedral de Santiago: todo un símbolo de la cristiandad por su Pórtico del Obradoiro.

Dentro de la Catedral está el Pórtico de la Gloria con más de 200 figuras donde se agolpa la gente a sacar foto, no sabiendo que si llegan cerca de las 20 horas y entran por las puertas laterales durante el servicio religioso, pueden evitar las aglomeraciones.
Gracias a estas argucias pudimos acceder al Santo dos Croques que concedería inteligencia y sabiduría a quien le toca la testa.Ya dentro de la Catedral, se forman una serie de filas de gente, que avanzan con destino incierto hacia recobecos cerca del altar. Para no perdernos nada, obviamente nos instalamos en la fila, esperando sorprendernos con lo que deparaba la espera (está claro que la cola hay que hacerla durante la misa de la tarde y no en la mañana cuando está llena de peregrinos). Gracias a nuestra astucia, visitamos la tumba del Apóstol y luego, accedimos a la estatua del Santo, ubicada justo en el altar a vista y paciencia de todos los feligreses que se encuentran en santa oración, debiendo soportar los abrazos que le dan al santo de su devoción.

Al otro día, luego de tanta santería convenía realizar una viaje al Mirador de la Curota, que queda en un monte a 498 mts. desde donde se ven las 4 rías bajas. Desde allí, con estupenda vista se ven las jaulas de mejillones.


Para terminar nuestro viaje por Galicia nos fuimos por la cerretera cantábrica al Este hasta Ribadeo, en donde se encuentra la "Playa de las Catedrales".

La gracia de esta playa es que el mar ha erosionado la abrupta costa cantábrica produciendo unas formaciones rocosas que parecen arcos de catedrales. Ojo que hay que tener suerte y llegar durante la marea baja y que esta bajamar sea suficiente como para dejar ver los arcos. Si no hay suerte solo se ven unos islotes rocosos.

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