Luego de eso, partimos a Begijnhof, un pequeño hof (patio) de Amsterdam que queda en la calle Kalverstraat. La gracia es que desde 1389 fue habitado por begijns, unas religiosas que se dedicaban al trabajo comunitario, obviamente con voto de castidad y todo eso


Las mujeres del sexo no permiten que se las fotografíe, pero podemos constatar que son muy trabajadoras y desde temprano están en sus vitrinas, aunque en los turnos de mañana y tarde son las peorcitas... ¡¡las de la noche la llevan!! Para lamentos de Claudia y algunos amigos, el comercio sexual de putos, travestis o gays no ha prendido y en el Barrio Rojo casi sólo hay mujeres y unos travestis bien operados.
Otra gracia De Wallen es que diferentes tipos de servicios, se van congregando por sectores. Así, en la calle principal están las vitrinas de nórdicas, al final hay un espacio latino, en unas laterales las asiáticas y otro de mulatiñas y negras... o sea, es posible pegarse un tour sexual probando las tendencias coitales de cada raza.
En todo caso, aparte de sus usos orgiásticos, el Barrio Rojo es bastante bonito, antiguo y con bonitas vistas y, bueno, los cisnes siguen dándole un toque... ¡No hay cisnes en otros canales, sólo patos!
De ahí, pasamos por el Grasshopper para prepararnos a subir a un bote que nos llevaría a recorrer los canales de Amsterdam y el Jet hi (el río que separa el centro histórico de la ciudad nueva).
Luego del paseo en bote, quisimos volver a algunos de los lugares visitados, pero a pie. Lo malo es que, como ya deberíamos haber aprendido, ubicarse en esta ciudad no era tan fácil, así que nos pasamos horas caminando para encontrar una feria libre que nos había parecido interesante desde el canal, pero que al llegar descubrimos que no valía tanto la pena... Igual, no nos podemos quejar de perdernos en las calles de Amsterdam!. 
En fin, el Hortus Botanicus Amsterdam es el jardín botánico de la ciudad, fundado en 1638, por lo que es uno de los más antiguos del mundo. La idea inicial era un Hortus Medicus o jardín de hierbas medicinales, pero en la actualidad es un museo viviente, con más de 6.000 especies de plantas.
Para estar aquí, las plantas deben cumplir con exigientes requisitos, como ser de procedencia salvaje, haber sido recogidas en un entorno natural y contar con los datos del sitio donde se han encontrado.
Lo más impresionante del Hortus es el invernadero de los tres climas, con una zona tropical, una subtropical y una desértica, donde conocimos la Welwitschia mirabilis, una planta del desierto de Namibia que puede vivir más de 2.000 años y durante todo ese tiempo sólo produce dos hojas. Estas hojas se van enrollando a lo largo de sus veinte siglos de vida, formando dos moños...
Otra de las curiosidades del Hortus Botanicus es el criadero de mariposas. Es como una pieza que cuando uno entra revolotean un montón de mariposas... cosa a la que uno no está acostumbrado, habitualmente las mariposas se escapan, pero en este caso se te acercan ¡Merece la pena!
Por la tarde de ese día salió el Sol, cosa que le cambia bastante la cara a Amsterdam.
Avanzando el día, ya se aproximaba nuestra próxima aventura: arrendar unas bicis y dárnosla de Amsterdaneses.
Y así no más fue, por unos 15 eu (10 lucas) uno puede arrendarse una bici por todo un día, todo un placer para andar Pedaleando de Noche. Aparte que la ciudad está llena de ciclovías o carril-bici como diría un españolete, los autos escasean y... ¡Ná que ver, venir a Amsterdam y no andar en bici!
Y qué mejor que darse una vuelta por la Plaza Dam cuando ya no quedan ni palomas... (Ojo que en la mañana descubrimos que las palomas no se comen el borde del pan de molde que les dejan ¿Será un cosa de las palomas primer mundistas, de las holandesas o de toda la familia Columbidae?)
O por el Barrio Nieuwmarkt, un antiguo barrio judio, y la casa de Waad, una antigua puerta de la ciudad medieval.
Tanto pedaleo nos dio sed, y por casualidades de la vida entramos a un Bar a pasos del hostal que bautizamos como El paraíso de la Chela o Leeuw Bier como realmente se llama. Es un bar familiar que lo atiende el padre, el hijo o el otro hijo, donde se puede encontrar toda esta carta de cervezas, algunas de ellas con 12° de alcohol... (O sea la báltica... puáj!!). Buscamos la escudo, la única-grande-nuestra y ná... la más conocida era la "Coronita".
Comenzamos con una cerveza de barril, y recién ahí reparamos en la carta de chelas. Inmediatamente elegimos la más fuerte. Su nombre fue muy difícil de pronunciar: una Pijtje (léase paijt-je con "j" de escupo). Nos parecía inverosímil que una chela tuviera 12°, pero era "velda" y el barman nos advirtió que había que beberla "al toque" o si no el alcohol se evaporaba... , era exquisita.
Luego ya pedíamos recomendación y nos trajeron una típica de Amsterdam algo frutillosa. Para seguir, nos metieron miedo con la mejor cerveza del mundo: Trappist Westvleteren 12, una cerveza belga, que como buena mina rica es difícil de conseguir y solamente hacen algunas botellas al año... el botellín de 330 ml. sale como 7 lucas... y bueno, era ahí o nunca... era más que exquisita ¡¡y negra!!
Luego cayeron otras, inclusos algunos regalos... Sólo recordamos que la cerveza es un producto típico de órdenes religiosas... ¡¡menos mal que no aceptamos la Delirium Tremens!!
Con tanta energía en el cuerpo nos dieron ganas de conocer la oscura noche del Amstel.
Y no faltó el hermano que nos avivó la cueca...
La cosa es que terminamos paseando por el Red District de noche y en bici, uno manejaba y el otro sapeaba desde atrás, menos mal que no nos hicieron la alcoholemia. ¡Quién se la hace!
Ahora, ojo con algunos adornos y líneas de tranvía que pueden provocar accidentes.

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