
También pasamos por el museo Nemo, como el MIM pero holandés... no entramos pero la vista la llevaba

En el Amsterdam se puede visitar todo, desde las letrinas y camarotes, hasta las bodegas, incluso uno se puede servir una cena en el comedor del capitán. 

El Vondelpark queda entre la nueva y la vieja ciudad, por lo que es un pasadizo que se utiliza habitualmente. Hay horas en que está lleno de madres y padres que recogen a sus hijos del colegio (obviamente en bici), oficinistas que van a almorzar a sus casa (en bici) o turistas (que han arrendado una bici).
De ahí, volvimos al centro de la ciudad. Recorrimos una y otra vez las calles circulares de Amsterdam. Se nos acababa el tiempo de las bicis y queríamos pasear todo lo que se pudiese.
Cuando finalmente devolvimos nuestras queridas cletas, consideramos que era apropiado premiarnos con un Berlín en Amsterdam. Esto, porque habíamos visto carritos en las calles, bastante concurridos, donde la gente pasaba a comprar su merienda diaria, y como ya nos sentíamos unos Holandeses cualquiera, qué mejor que seguir la tradición del Berlín... Lo único, es que hay que aprender a comerlos sin respirar para no espolvorearse la ropa con azúcar flor (ahí mostramos la hilacha). En todo caso, la parka con azúcar valió la pena porque eran demasiado ricos. 
También aprovechamos de visitar la loca Leidseplein por la noche. A esa hora se entiende lo famosa que es esa plaza. Cantantes, actores, raperos, un tenista, malabaristas y unos chilenos que se creían amsterdaneses y andaban con el poto adolorido por el sillín de la bici. Antes habíamos visto una pista de patinaje sobre hielo, pero o estaba vacía o llena de niños. Sin embargo, a esta hora estaban los bacanes. 
Obviamente, nosotros teníamos que estar allí, y sin saber una gota de patinaje en esta superficie, nos lanzamos al ruedo. A algunos nos costó 30 segundos, a otros, 15 minutos... pero fuimos las estrellas. Si no fuera por un Amsterdanés antisocial y malandra, la Claudia no habría probado el sabor del hielo. Ojo que después, él se juraba amigo de Felipe a pesar de que cuando botó a la Claudia, Felipe le mostró la cortante y lo dejó cayeuqui. En fin, progresamos tanto que incluso terminamos haciendo carreras, aunque había dos locos que se deslizaban de una manera impresionante!! 


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