El Jueves 28 de Junio partimos a Argólida comenzando por el
Canal de Corinto. A muchos se les había ocurrido ahorrarse la semanita de viaje que implica rodear el Peloponeso para llegar a Atenas. El primero, en el siglo VII AdC. fue el tirano Periandro, pero no se la pudo. Entonces lo que hacían era que en un lado descargaban el barco, subían la carga a una rampa y la acarreaban al otro lado unos cuantos esclavitos (inmigrantes, obviamente).
Luego, el nunca bien ponderado Nerón, entre copa e incendio, en el año 67 tiró una raya que fue la guía del trazado actual. Tampoco se la pudo, a pesar de los 6.000 esclavos que puso a trabajar en la faena.
Finalmente, fue construido entre 1881 y 1893, gracias a la ayuda de quien construyó
el Canal de Panamá y el de Suez (quién no conoce a
Ferdinand Lesseps, el padre de los tres).
Ahora, gracias a este canal se une el Mar Jónico con el Egeo sin pasar por el Mediterráneo (Toda una clase de historia y geografía o de Estudio y Comprensión del Medio como se dice ahora... ¡¡miren el carné!!).
Mide 6,3 km. de largo, 8 mt. de profundidad y 21 de ancho (aunque pareciera que puede ser más flaquito ¡¡miren la foto!!), o sea es bastante "humilde". A pesar de estas limitaciones, cerca de 11.000 barcos cruzan el canal cada año, en su mayoría pertenecientes a rutas turísticas.
Luego, nos fuimos a Epidauro, que era una antigua ciudad-estado o polis (como Atenas o Esparta). Allí se encuentra el Teatro de Epidauro, construido en el s. IV AdC., aguantaba hasta a 14.000 espectadores y sigue utilizándose en la actualidad.
Según nuestra guía, aún no se ha igualado la acústica de este teatro, en donde sin mayor amplificación, un suspiro se escucha "clarito" desde lo más alto de la galera... lo comprobamos y es verdad... ¿Será la forma?,¿la piedra?,¿Ambos?... (tarea para los ingenieros).
Mycenas y la Puerta de los Leones:Soportando el calor insoportable, avanzamos a un museo en donde el A/C parecía un chiste. Unas españolas le prestaban sus abanicos a Claudia ya que su rubor se había elevado logarítmicamente.
Mycenas fue un gran centro mundial hacia el 2.000 AdC (¿No será mucho tiempo atrás?). En el periodo Griego llamado Micénico (por la supremacía de la polis de Mycenas), dicen que las grandes murallas las construyeron unos gigantes de un solo ojo: los Cyclopes, porque sólo alguien de ese tamaño podría mover esas piedras.
Como verán, sólo algunos subieron a la cumbre de las ruinas de Mycenas y se fotografiaron en la Puerta de los Leones, disfrutando los 44°.
Luego fuimos a las tumbas de de Atrida o
Atreo y la de
Agamemnón.
Atreo tiene una interesante historia de lucha de poder con su hermano Tiestes:
Ambos mataron a su hermanastro y al ser descubiertos fueron desterrados de Olimpia.
Llegaron a Mycenas, donde aprovechando que el rey andaba de batalla, tomaron el trono "mientras el rey peleaba". Azarozamente, el rey murió en batalla, por lo que se quedaron con el trono.
Atreo se comprometió con Artemisa a ofrendarle el mejor chancho que encontrara, pero cuando lo encontró, de puro caliente, se lo regaló en secreto a su mina.
Su mina, era amante de Tiestes, por lo que la muy cerda le regaló el chancho.
A Tiestes se le ocurrió decidir que sería rey quien tuviese el mejor chancho y, obviamente, ganó.
Atreo, al enterarse de tanto gorreo invitó a cenar a su hermanito para olvidar tanto problema.
Finalizada la cena le contó que tan sabrosa carne que habían saboreado no eran sino los propios hijos de Tiestes.
O sea las teleseries son una cagada al lado de esto.
Luego fuimos donde Agamemnón, hijo de Atreo, y que aparece en la Iliada (de un tal Homero, probablemente el padre de Bart) y es protagonista de la Guerra de Troya.
De ahí una siestecita en el bus de vuelta a Atenas, para ver como el calor comenzaba a incendiar las colinas de alrededor. Ahí nos fuimos al Monte LiKavitos que es el más alto de Atenas para ver los incendios alrededor, la Acrópolis y bajar en su famoso funicular.
Aparte de la buena comida y conversa, debemos reconocer que el Funicular va bajo tierra por lo que la vista sólo es posible en la cima, pero vale la pena.
Ya nos despedíamos de Atenas, habíamos comido la última Ensalada Griega real y nos preparábamos para embarcarnos hacia las islas y luego a Turquía. Curiosamente, el taxista que nos llevaba al hotel era turco y, en una mezcla de inglés-griego-turco-ruso, entre otras cosas, nos decía "...¡¡Turkey, Tuenti Kaputt!!...". Sólo gracias al políglota nos enteramos que la ola de calor había matado a 20 personas.
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